Los asesinos de Noir

Mudanza

- ¿Habéis empacado todo?- preguntó desde la puerta.

- Casi, queda bajar las últimas cajas...- respondió desde la ventana del piso de arriba.

- Papá, ¿Es verdad que nos vamos a ir a vivir a casa del tío Nathan?- preguntaba Brath acabando de guardar sus libros en una maleta.

- Bueno, no en su casa. Entre los dos hemos comprado una nueva que se ayusta a nuestras necesidades. Ahora ya somos una familia más grande. – acarició su cabeza- ¿no estás de acuerdo? ¿No quieres vivir con Nathan?

- Claro que sí. Si me hace ilusión, casi no me lo creo... Pero, me da pena dejar la casa.- cerró la cremallera de la maleta.

- Lo sé, mudarse es difícil. Pero cuando veas la nueva casa te sorprenderá. Tu habitación nueva es más grande que esta.

- ¿De verdad?

- ¡Y tanto!- entraba Nathan para ayudar a bajar los últimos trastos.- Tienes una amplia ventana con vistas a una montaña. Además tiene jardín y hay muchos niños en la calle para jugar. Y si aún no te convence la idea, hay una habitación extra que podemos convertirla en tu sala de juegos personal.

- ¿¡De verdad, de la buena?! ¿Podré tener un futbolín, una tabla de pingpong y una tele para mis consolas?

- Claro.

- ¡Nathan! No consientas a Brath que luego se pasará todo el rato jugando y no estudiará.

- ¡Sí lo haré, Papá!- protestó

- Venga, Gabriel, no seas un aguafiestas, anda.- le guiñó un ojo mientras salía llevando un par de cajas en brazos.

Gabriel suspiró mientras dejaba entrever una cálida sonrisa. Bajaron las últimas cosas y las cargaron en el camión. Se montaron los tres y pusieron rumbo a su nuevo hogar.

Era una casa en un pequeño pueblo, a media hora en coche de la ciudad más cercana. Casa de cuatro habitaciones y dos baños en el piso de arriba, y un amplio salón con comedor y cocina en la planta baja.

- ¿Cuál es mi habitación?- entró zumbando Brath mirando la casa vacía solo con algunas cajas y mobiliario en algunos rincones.

- Subiendo aquellas escaleras, a mano derecha- respondió Nathan descargando ya las cajas del camión.

- Ya podía echar una mano.

- Déjale, que disfrute. Por cierto, ¿seguro que no quieres que durmamos en la misma habitación? Como en los viejos tiempos. Así la que sobra podrías usarla de zona de estudio o despacho...

- Segurísimo, de todas formas mis habitaciones siempre acaban empapeladas por mis trabajos y estudios, así que no te preocupes que duermo bien yo solo.- Agarró una caja pesada.

- Trae.- se la quitó de las manos- Lleva aquellas que son más ligeras. ¿Qué tal esta tu hombro?

- No hace falta que te preocupes tanto, solo hacías tu trabajo. Además, ya casi no me duele.

- Yo también quiero ayudar- se asomó Brath entre los dos hermanos.- ¿Qué puedo llevar?

- Toma lleva esto que son tus juguetes.- le pasó Gabriel una bolsa.

En pocos días ya se habían instaurado y acomodado en la nueva casa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario