Los asesinos de Noir

Soñando con el pasado


La lluvia embarraba el campo de batalla. Era una noche muy cerrada y llevábamos semanas sitiando el fuerte enemigo sin conseguir avanzar. Esa misma noche nos mandaron retirarnos. Una locura, era tirar nuestros esfuerzos a la basura. Protesté con los altos mandos en vano, me vi forzado a mandar a todos a la retaguardia y ceder terreno. No entendía aquella razón.

Cuando comprobé que mis compañeros se habían dormido, recogí mi rifle de francotirador, unos prismáticos y mi cajetilla de cigarrillos. Con el chubasquero de camuflaje subí a una de las rocas más altas y me cubrí entre algunos arbustos, coloqué el arma y me dispuse a observar el territorio enemigo.

Todo estaba tranquilo, pero podía notar como dudaban sobre nuestra ausencia en las zonas cercanas. Lo más seguro es que aprovecharan para avanzar terreno ahora que no estábamos.

Tuve que cubrir mejor la mira, porque con la lluvia se enturbiaba. Las luces se apagaron en el frente enemigo, rápidamente puse mi mira hacia aquella dirección. No veía nada más que cuerpos caer uno tras otro. Como si la muerte caminara por aquel paraje llevándose a todos los que encontrara con su guadaña. Me pareció ver una sombra e intenté seguirla, pero era veloz, era imposible que hubiera un humano así. La base enemiga tenía que ser ataca por monstruos o espíritus. En pocos segundos ya no quedaba nada. Todos estaban en el suelo inmóviles bajo la tempestad. Las luces ya no se encendieron más. El agua había amortiguado los gritos.

- Tarde o temprano tenías que llevar a ver eso- sonó una voz a mis espaldas. Era mi superior.

- ¡Señor!- me puse en pie firme.

- Descanse. Pronto te dejaré mi puesto y conviene que te hagas una idea de que "eso" existe.

El hombre indicaba que iba a encender un cigarrillo y quería que aguantara su paraguas y así lo hice.

- Pero ¿Qué ha sido eso?

- Un escuadrón de asalto secreto. Rápidos como la luz, letales como la muerte. Nadie sabe que existe y pocos pueden ordenarles misiones.- exhaló- ¿una calada?

- No, gracias.- rechacé- ¿Es por ello que nos retiramos?

- Sí, no todos están bien adiestrados y algunos no diferencian aliado de enemigo. Si hubiéramos estado allí abajo, nos hubieran linchado también. Ahora nos llevaremos el mérito de esta batalla.

- ¿Cómo un escuadrón tan poderoso lo enviaron a una misión tan trivial como esta?

- No lo puedo saber, estas cosas solo lo saben los altos cargos. Pero me aventuraría a hipotetizar que tienen nuevos miembro y los estaban probando en un campo fácil. – tiró la colilla- No me hagas caso y volvamos, que esta lluvia se cala en los huesos. Que ganas tengo de jubilarme, casarme y formar una familia.

- Señor, déjeme decirle que usted es muy joven.

- Ya, pero Leo, te aseguro que si sigo en el campo de batalla no llegaré a vivir mucho más. Un cargo más y podré volver a casa y trabajar desde allí.

Cuando me di cuenta nos encontrábamos en el campo corriendo con las botas llenas de tierra mientras los disparos nos rozaban las ropas. Los gritos de ambos bando eran ensordecedores.

- ¡Leo! No disminuyas el paso- me gritaba

- Eso intento Señor.- jadeaba mientras notaba como el enemigo nos alcanzaba.

- ¡Vamos, Vamos, Vamos!- gritaban desde atrás para que los rezagados espabilaran.- Hay que llegar al fuerte.

- ¿Quién esperaba que nos hicieran una emboscada de esa forma?- protesté cuando me puse a la altura de uno de mis compañeros.

- Si salgo de esta, juro que...- no le dio tiempo a acabar la frase porque un tiro le atravesó el pecho y cayó al suelo en el acto.

Quise pararme pero mi instinto de supervivencia no me dejaba, según subíamos por aquella senda, más de mis compañeros seguían muriendo, uno tras otro. Sonó una granada.

- Daros prisa, yo os cubro.

- ¡Señor! Eso es trabajo nuestro.

- Dejaros de pijadas y llegad a la base. Es una orden.- sonreía hasta el final.

Los pocos que sobrevivimos vimos como aquel hombre seguía sonriendo aun después de caer muerto por el enemigo. Nos salvamos porque él se sacrificó por nosotros. Y yo solo podía gritar su nombre.





- ¡Cariño despierta! Has tenido una pesadilla- me despertó Clarisse.

Me reincorporé en la cama, estaba sudando.

- Has estado murmurando varios nombres y de golpe empezaste a gritar: "Josef, Josef!"- sonaba preocupada- ¿Quién es?


Me tomé un momento para recobrar el aire y pasar mi mano por mi frente.

- Fue uno de mis superiores cuando aún estaba empezando en el ejército, es quien me aficionó al uso del fusil de francotirador. Era un hombre que no se merecía el final que recibió. Él siempre soñó con tener una familia. Tras su muerte fui a llevarle las pertenencias a su familia, fue entonces cuando me enteré que era huérfano y no tenía ningún pariente ni nada que pudiera quedarse con sus cosas.

- ¿No me digas que las has conservado tú?- no reconocí en que tono me lo decía.

- Sí, fue mi mentor, amigo y señor.- me froté la cara- Me voy a dar una ducha.


No hay comentarios:

Publicar un comentario