Los asesinos de Noir

Continuación: Intento de secuestro


Habíamos recibido la llamada de un intento de secuestro y allanamiento de morada, así que lo más pronto que nos fue posible, fuimos al lugar indicado. Acordonamos la zona para evitar posibles cotillas e hicimos que una pareja de policías vigilara el sitio.

La valla del jardín estaba abierta, mi compañero empezó a avanzar pero se paró en ver que a su derecha yacían en el suelo dos cuerpos entre manchas de sangre. Nos acercamos para verificar que claramente estaban muertos. Tocamos al timbre de la casa.

- ¡Policía! Puede salir tranquila.- gritó mi compañero.

Observé que a la izquierda, tumbados a la sombra estaban dos enormes perros.

- Pasen, por favor...- abrió una hermosa mujer de pelo rubio.- por aquí.

Entramos hasta el salón y nos ofreció sentarnos, pero rechazamos la oferta. El interior estaba amueblado de forma muy refinada y cara.

- ¿Puede contarnos que ha sucedido?- dije sacando cuaderno y lápiz.

- No estoy segura, no estaba allí, pero en algún momento empecé a escuchar a mis perros. Cosa muy rara porque a no ser que sean amenazados, no hace nada. Así que rápido salí fuera y vi dos hombres rodeando a mi hija. Uno de mis perros atado por una cuerda del cuello y el otro intentando defenderse de los agresores. – le temblaban las manos y la voz- no sabía que hacer... Sola contra ellos no podría, así que fui a desatar al perro. Mientras ellos nos defendían, yo cogí a Mirai y salimos de allí. De inmediato llamé a la policía y a mi marido.

- ¿Así que fueron los perros quienes acabaron con los secuestradores?- preguntó mi acompañante- ¿a lega que fue en defensa propia?

- ¿Perdone?- se veía confundida.

- ¿Tiene cámaras de seguridad?- me adelanté- y agente Rick, por favor vaya a encargarse de los cadáveres.- mi compañero asintió y abandonó la sala.

- Me parece que si las hay, pero las debe de tener mi marido en su despacho. Espero que llegue pronto...- sus ojos estaban algo rojos.

- Y su hija ¿Qué tal se encuentra?

- Bien, está en su habitación.

- Mamá...- sonó una voz casi a llanto. - ¿Dónde están Lucca y Zeke?

- Fuera, cariño- la sostuvo entre los brazos.

- ¿Puedo ir a verlos?- preguntó y la madre me dirigió una mirada.

- Que te parece si primero me respondes unas preguntas ¿bien?- intenté sonar lo más amigable posible. La niña asintió- ¿Me contarías que pasó mientras estabas con esos hombres?

- Estaba jugando con Zeke y mis muñecos. Luego había como ruidos en la entrada y fue Lucca a mirar- La madre hizo un inciso para decirme que Zeke era el dóberman y Lucca el rottweiler – Como seguía, fui a miras que había. Entonces apareció un hombre muy alto, no veía su cara. Tenía miedo y empecé a retroceder. Zeke se quedó a mi lado así que intenté ser fuerte pero entonces apareció otro y vi a Lucca ahogándose por una cuerda y y y...- empezó a llorar.

- Ya está, ya está... - acarició su cabeza.- ¿Puede dejarnos un momento a solas?

- Claro- salí al jardín de nuevo.

- Los forenses se han llevado los cuerpos.- aparecido el agente Rick

- Bien.

- ¿Las crees?

- Entonces, ¿crees que una mujer así y una niña habrían matado a dos hombres de esas características?

- Ellas no, pero bien que sus perros...- señaló hacia los animales.

- ¿Qué quieres decir?

- Voy a mirar si son agresivos.- se empezó a acercar a ellos.

- ¡¿Qué haces?!- quise detenerle, pero de nada serviría, a este chaval nunca le gustaron los perros.

- Oye chuchos, que pasa, ¿estáis asustados?- se les acercó con las manos cerradas y por encima de su cabeza mirándolos a los ojos.

Los perros alzaron la cabeza pero ni se movieron, entonces, mi compañero chasqueó la lengua y se pasó de la raya al patear al rottweiler.

- ¿¡Pero qué haces?!- dije al ver que incluso sacó el arma por si se lanzaba, pero nada.

- ¿Qué le pasan a estos perros? ¿son de piedra o qué?- parecía que la poca paciencia que tenia se le había acabado.

- No, solo que están mejor educados que tú.- dijo una voz poderosa desde la entrada del jardín.- Lucca, Zeke. ¡Aquí!- Ambos perros en nada se plantaron frente al hombre.

Imponente como era, se agachó a observar a los animales y de paso a limpiar algunas manchas de sangre que aun tenían. Les estiró del morro, les miró las mandíbulas y las patas.

- Usted debe de ser el marido, perdone la falta de cortesía de mi compañero. Es nuevo y esta de prácticas- intenté excusar los hechos.

El hombre sin mediar palabra se acercó a Rick y él agarró el arma. Desde donde estaba pude sentir una poderosa aura, los perros se habían puesto de pie y gruñían enseñando sus colmillos.

- Estos perros solo enseñan los colmillos ante el peligro, sin una amenaza contra su dueño, ellos no atacaran por muchos golpes que les des. Que te quede claro.

Rick enfundó el arma con las manos temblorosas. Los animales se calmaron entonces y se pusieron junto a su dueño.

- Las presentaciones empiezan tarde pero, soy el agente Friedrich y él, el agente Rick.

- Aquí tiene- dijo dándome el pañuelo con el que limpio la sangre de la boca de los perros- supongo que lo querrán junto con las grabaciones ¿no es así? Creo que es usted quien manda. Sígame a mi despacho.- empezó a caminar hacia la casa seguidos por los dos perros.

- Rick, quédate aquí, que buena la que has liado- le susurré.

Entramos en la casa y el hombre se pasó un momento al salón.

- ¡Cariño! ¡Papá!- dijeron a la vez abalanzándose sobre él.

- Que miedo he pasado, creía que nos quitarían a Mirai- comentó la mujer.

- Ya ha pasado, ya estoy aquí.- le besó delicadamente la frente.

- ¡Gracias!- abrazaba la hija a los dos perros con sus cortos brazos y pequeñas manos. Ellos empezaron a lamer su cara.- Me hacéis cosquillas.

- Voy a por las cámaras, ahora vuelvo- se separó.

- Voy con usted- fui detrás de aquel hombre mientras subía las escaleras.

Su despacho era formidable, muebles de madera, largas estanterías llenas de libros, una mesa amplia con papeles con un ventanal a su espalda. El hombre lucia inmenso y poderosos cuando la luz del atardecer reflejaba su sombra sobre la sala. Encendió el portátil que había sobre un escritorio, cerca de unas butacas y extrajo un CD.

- Aquí tiene- me lo pasó.

- Gracias por su colaboración- respondí, pero mis ojos se desviaron hacia un marco donde había toda clase de medallas, placas y de más.- Así que fue militar...

- Así es, esta clase de cicatrices no las consigue un oficinista- comentó, pero no sabía si en tono de broma o de sarcasmo.

- ¿Cree que el ataque podría haber sido por resentimientos o hechos del pasado en el ejército?

- Espero que no, que solo haya sigo un intento de secuestro por el dinero y no por represalias de mis actos pasados.- parecía angustiarle el tema.

La investigación no duró mucho, aquellos hombres era famosos secuestradores buscados en muchos países por actos de secuestro, asesinato y chantaje, no tenían familiares ni nadie que quiera hacerse cargo de los cuerpos. No se pudo acusar a la mujer de asesinato, fue una defensa propia ejercida por sus perros, pero tampoco condenaron a los animales tras mostrar las grabaciones y los testimonios. El juez no declaró culpable a nadie ni dio sentencia a nada, todo quedó impune. A Rick aquello le olía mal, pero no se podía hacer nada más. No se les podía acusar de tener animales peligrosos pues estaban permitidos y tenían los papeles en regla además de que mostraron el vídeo de Rick pateándolos y como ellos no hicieron nada. Por eso odio a los abogados, siempre lo arreglan todo a su manera. 


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